Hijos de la sal es el nombre del largometraje, que situado en una localidad del estado Falcón en la Península de Paraguaná llamada Las Cumaraguas, narra la historia de una familia fuera de la norma en la que conviven un padre (Evaristo) y sus dos hijos (María y Enrique), quienes al perder a la figura paterna, deben enfrentarse con el hecho de iniciar una nueva vida.
Con las salinas como entorno y medio de una difícil subsistencia, ambos hermanos, criados de un modo un tanto ermitaño, deben aprender a lidiar con la cotidianidad y la necesidad de sobrevivir en un entorno tan natural como hostil.
Así lo relató Andrés Rodríguez, quien junto a su hermano Luis, decidió relatar esta historia intimista a modo de docu-ficción, luego de realizar una serie de trabajos en Paraguaná con los cuales se adentraron en el modo de vida de quienes allí habitan y quisieron mostrarlo al mundo.
“Es una zona muy apartada donde la presencia de la naturaleza, concretamente la de la salina, es muy fuerte. Es una superficie y un ecosistema muy árido y tortuoso en su contraste con la interioridad de las personas que habitan allí. Tú llegas a Las Cumaraguas y ves que las personas parecen muy duras, muy secas, pero te das cuenta que es solo la superficie porque realmente es gente muy cercana, que te abre las puertas”, expresó el director.
Durante el transcurso de la trama, Enrique se ve obligado a dejar de ser un niño para convertirse en un hombre que debe dedicarse a trabajar la sal para llevar el sustento a su hogar, mientras María se enfrenta a fantasmas interiores que la unen con una vida pasada llena de abusos. A partir de allí surgen una serie de situaciones a través de las cuales se tocan diversas temáticas que obligan al espectador a realizar una reflexión profunda acerca de temas actuales.
Aspectos como el abuso intrafamiliar, la violencia contra la mujer, el cómo viven muchos venezolanos fuera de las urbes, entre otros tópicos, son mostrados desde una perspectiva distinta a la acostumbrada, pues se retratan con interioridad, cotidianidad y retos a los que se enfrentan los miembros de una comunidad y su relación y codependencia con su entorno.
“Yo pienso que la película da una visión distinta de lo que es el venezolano y le da voz a personas que no la han tenido durante mucho tiempo para hablarnos de sus formas de vida, de su idiosincrasia”, precisó Rodríguez.
El realizador relató que uno de los retos que enfrentaron al realizar la película fue el hecho de narrar la realidad de ese pueblo salinero de forma veraz; para ello, ambos directores resolvieron incluir dentro del reparto a actores consagrados, de la talla de José Torres, quien interpreta a Evaristo, el padre, con figuras nuevas como la de María, la hija, encarnada por la estudiante de teatro María Alejandra Jiménez; y unirla con interpretaciones de miembros de la comunidad como es el caso de Terry Goitía, quien forma parte de uno de los pueblos indígenas más antiguos de Paraguaná, Moruy, y estuvo encargado de darle vida a Enrique.
Asimismo participa en la película la comunidad de la provincia de Las Cumaraguas, y así La Península se ve presentada como un personaje más en la trama.
Financiada por el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (Cnac) y en co producción con La Villa del Cine, la película filmada en el 2015 obtuvo una mención especial por parte del jurado que conformó la 7ª edición del Festival Internacional de Cine de Rotterdam Curaçao (CIFFR) y resultó ser la más taquillera de la muestra.
“Eso nos sorprende porque no es una película fácil, es una película muy densa y de alguna manera los espectadores hicieron una conexión muy estrecha con la película, lo que fue un gran logro”, expresó.
Hijos de la sal tiene previsto ser proyectada en el Festival de Cine de Los Ángeles (EEUU), en el Festival de Cine Nacional de Mérida, entre otros certámenes y será estrenada en salas nacionales a partir del 24 de agosto.
Tomado de: Filme Hijos de la Sal lleva al cine una historia familiar de humanidad y supervivencia
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