El músico Wuilly Arteaga es el joven de 23 años quien, con su violín, se ha aparecido en diferentes manifestaciones de la oposición tocando el himno nacional, apoyando a otros jóvenes que lanzan piedras y bombas molotov a efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en la autopista Francisco Fajardo. Se hizo aún más conocido cuando, el pasado miércoles, alegó que algunos efectivos de la GNB supuestamente le había destrozado su instrumento. Pero es muy poco lo se ha difundido sobre la carrera de Arteaga: se convirtió en violinista gracias a un plan social del Estado: el Sistema de Orquestas, aquel del cual Gustavo Dudamel es bandera y que ha beneficiado a unos 800 mil niños y jóvenes, muchos de ellos de escasos recursos. Arteaga viajó a 7 ciudades europeas en 2014, gracias a este proyecto fortalecido notablemente gracias a Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
Texto: Alba Ciudad (LBR)
Según la agencia EFE, Arteaga formó parte de una de las orquestas del Sistema creado por José Antonio Abreu. “Desde enero (de 2014) es uno de los violinistas de la Sinfónica Juvenil de Caracas”, señala una nota de la agencia española EFE emitida el 22 de noviembre de ese año. “Toca sonriendo y sin ver las partituras porque se las sabe de memoria. Desde que descubrió que la música clásica existía, hace cuatro años, supo su destino y dejó atrás la pobreza”.
La agencia señala que, aquel año, realizó su primera gira internacional con la agrupación musical, que le llevó a siete ciudades europeas y ahora sabe, según dijo en entrevista con Efe, “que el mundo existe”. De esta forma, viajó en 2014 por Zúrich (Suiza), Hamburgo (Alemania), París (Francia), Zagreb (Croacia), Budapest (Hungría), Viena (Austria) y Gotemburgo (Suecia), según otro despacho de la citada agencia.
El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela es una obra cultural y social del Estado venezolano, creada el 12 de febrero de 1975 por el maestro Jose Antonio Abreu con 12 jóvenes. Pero fue el gobierno de Hugo Chávez quien le dio un gigantesco impulso a nivel nacional, que Nicolás Maduro siguió apoyando. Para febrero de 2017, el Sistema contaba con 800 mil niños y niñas, y el actual Presidente venezolano se planteó la meta de llegar a un millón para 2019.
Arteaga es de Valencia, estado Carabobo: una ciudad del centro de Venezuela. Eran de origen muy humilde. Su familia vivía en una iglesia donde eran conserjes y en la que él ayudaba a limpiar, “un oficio que realizó por unos cinco años, mientras la familia era cada vez más pobre. Gracias a Dios nunca nos acostábamos sin comer porque siempre había alguien que nos daba algo”, recuerda.
Un día descubrió la música sinfónica gracias a la película en DVD de Barbie Cascanueces, basada en la obra de Tchaikovsky. Empezó a trabajar en un cibercafé donde investigó sobre la música clásica, orquestas sinfónicas y las agrupaciones de Venezuela. Consiguió vídeos de la Sinfónica Simón Bolívar conducida por Dudamel, y allí “supo que quería ser violinista”.
“Wuilly llegó al Sistema de Orquestas para aprender a tocar el violín”, relata la agencia española. “Fue un regalo de la vida”, dijo el músico, que empezó a estudiar “con la mejor profesora del núcleo”, Rosario Ferrufino en compañía de niños de 4 a 7 años. Sin embargo, tuvo que abandonar el Sistema tras insultar a un director invitado a la Juvenil de Carabobo. Pero “siguió practicando el violín, lo que le sirvió para asistir a una audición, dos años después, de la Juvenil de Caracas”.
Tras dos audiciones, en enero de 2014 Arteaga logró formar parte de la Juvenil de Caracas.
“Wuilly tocaba el violín en el metro”, dice Dietrich Paredes, maestro de la Sinfónica Juvenil, quien se mostraba asombrado por el esfuerzo de este músico que “ahora toca con un nivel excelente”. Con esta gira viajará por primera vez en un avión, señaló la agencia española. “Nosotros decimos que este es un sistema social donde todo el mundo puede entrar (…) pero tienes que aportar actitud, notas, entusiasmo, responsabilidad, esfuerzo y entonces claro, el sistema es un proyecto social pero perfectamente ganado, aquí nada, absolutamente nada, se regala”, aclara Paredes.
“Yo soy una persona que no llora, pero ahí me pasó, es una experiencia inexplicable”, dijo Wuilly a la agencia EFE. “Uno se va dando cuenta de que tiene un planeta inmensamente grande y que tienes un mundo por conocer”.
En su cuenta en Instagram, pueden verse fotos de su viaje por Europa en 2014, incluyendo la Torre Eiffel, el Hotel Pullman y el Palais de Chaillot de París, y el aeropuerto de Roma.
Luego, tras dos años sin hacer publicaciones, comenzó a colgar videos y fotos apoyando las protestas de la oposición. “En la marcha de músicos y artistas por la libertad de mi país. #somosvenezuela #music #sosvenezuela”, escribió el 7 de mayo.
El 25 de mayo, expresó que, mientras tocaba su violín en la manifestación de ese día, “un grupo de motorizados de la GNB arremetió contra mí y uno de ellos me agarró el violín por las cuerdas. Yo no lo solté. Después comenzó a arrastrarme con la moto por toda la avenida y dio la vuelta. Me pasó por encima, me lastimó la pierna y tuve que soltar el violín para cubrirme la cara. Ellos lo agarraron y me quedé como cinco minutos diciéndoles que me lo devolvieran. Uno de los muchachos de la misma GNB se lo quito a otro guardia lo tenía y me lo devolvió destrozado. Le di un abrazo al guardia y salí de ahí”.
No hay fotos ni videos que evidencien el robo o destrucción del violín, pero sí hay dos fotos captadas pro Isaac Paniza, que muestran a Arteaga arrodillado ante los efectivos, y a uno de ellos portando un violín.
También hay fotos y videos con Arteaga muy triste, con el violín recuperado, pero prácticamente inservible. El joven sólo duró dos horas sin violín. Según el sitio web El Pitazo, esa misma noche el odontólogo Benjamín Fekete le estaba regalando uno nuevo.
Muchos otros miembros del mundo de la farándula se ofrecieron también a regalarle un nuevo violín. Oscarcito le prometió un nuevo instrumento firmado por Marc Anthony, Alejandro Sanz, Franco de Vita o Ricardo Montaner, quienes también cooperan con la Fundación “Comparte por una vida” para recolectar “ayuda humanitaria” para Venezuela, según explica un artículo reciente del sociólogo Reinaldo Iturriza, y que frecuentemente usan sus poderosas cuentas en Twitter o Instagram para emitir mensajes políticos contra el gobierno venezolano. Incluso la cantante Shakira le autografió un violín que le compraron unos locutores en Miami.
Desde aquí en adelante, sólo podemos hacernos preguntas.
- ¿Por qué un joven que fue formado gratuitamente en el Sistema de Orquestas y que viajó por siete ciudades de Europa mostrando sus dotes, de pronto se pone rotundamente en contra del proceso revolucionario sin el cual él jamás hubiera podido formarse como lo hizo?
- ¿Sabrá Wuilly que, en otros países, una formación para ser violinista profesional como la que él tuvo, costaría miles o decenas de miles de dólares y jamás hubiera estado al alcance de él ni de sus padres?
- ¿Sabrá Wuilly que, si aquellas personas a quienes está apoyando tienen éxito y se adueñaran del poder político del país, proyectos como el Sistema de Orquestas dejarán de ser gratuitos, serán eliminados o sufrirán severos recortes que impedirán a cientos de miles de jóvenes recibir la educación que él tuvo?
- ¿Sabrá Wuilly por qué Venezuela está pasando por la actual crisis económica, social y política? ¿Sabrá por qué llegó Hugo Chávez a la Presidencia de la República, a quienes benefició su gestión, quienes se le opusieron y por qué intentaron derrocaron?
- ¿Hemos fallado en explicarle a Wuilly y los jóvenes de su generación la importancia geopolítica de Venezuela en este momento, el grandísimo valor de sus recursos naturales y las intenciones de las potencias de adueñarse de ella?
- ¿Será importante que jóvenes como Wuilly aprendan no sólo de notas e instrumentos musicales, sino un poco de historia de Venezuela y de mundo, la existencia de grandes transnacionales y dueños de medios de producción con intereses muy particulares, y el que los grandes conflictos de la humanidad han sido motorizados por sus intereses en contraposición con los de los trabajadores?
Wuilly es uno de los millones de jóvenes que forman parte de la Generación de Oro de la que habló Hugo Chávez. Generación que está siendo persuadida, cautivada y utilizada por aquellos que, de llegar al poder, no harán otra cosa sino restarles derechos y posibilidades. A medida que podamos corregir problemas y fallas y podamos hacer ver a jóvenes como Wuilly que están trabajando para sus propios verdugos, es posible que los recuperemos de nuevo.
Tomado de: Wuilly Arteaga se formó como violinista y mostró su talento en Europa gracias a la revolución
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