lunes, 21 de agosto de 2017

“La truca”, el celuloide y el amor por el cine de Glenis Guerra

El Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), reconoce a Glenis Guerra como una de las protagonistas del cine venezolano, por su aporte y dedicación durante 38 años de carrera en el séptimo arte nacional, tiempo en el que se dedicó al corte de negativos y efectos especiales. La técnico de cine visitó la Sala de Formación Román Chalbaud del Laboratorio del Cine y el Audiovisual de Venezuela “Rodolfo Santana”, para explicar las labores que le tocó realizar en la era del cine analógico.


Texto: Prensa CNAC


Glenis Guerra tuvo la oportunidad de trabajar en la productora gráfica Cine Films 71 como recepcionista, allí comenzó su interés por la postproducción y en sus tiempos libres se dirigía al área de laboratorio para aprender el proceso del corte de negativo (cinta de película). El oficio del cine comenzó a gustarle cada vez más, por este motivo decide renunciar a su puesto de recepcionista para colaborar en el laboratorio como asistente de corte de negativo, sin recibir ningún beneficio económico. “Yo renuncié de mi puesto porque contaba con el apoyo de mis hermanos” comentó refiriéndose a Jesús, Rafael y Antonio Guerra, que al igual que ella pertenecen a la comunidad cinematográfica del país y quienes fueron su ejemplo y motivación.


Le ofrecen el cargo de asistente de cortadora de negativo en la productora Tiuna Films y acepta. En los años 80 solo se dedica a esa labor hasta que llega a Venezuela, a la productora Futuro Films, “la truca”, una novedosa máquina importada de Canadá diseñada para realizar efectos especiales.


Luis Correa, dueño de la productora Futuro Films, le abrió las puertas a Glenis Guerra y la invitó a formar parte de su equipo como operadora de “la truca”. Sin conocimiento alguno comenzó sus labores como operadora, “el señor Luis Correa me llevó a ver “la truca” y cuando yo vi esa máquina me asusté, abarcaba toda una pared, tenía todos esos relojes, un poco de cosas que giraban y yo me dije ¡Dónde me estoy metiendo!”


Guerra cuenta que “la truca” era muy compleja: tenía dos proyectores, un proyector A y un proyector B, una cámara y diferentes relojes; a todo eso se sumaba la incomodidad de tener que maniobrar la máquina en un cuarto completamente oscuro para proteger de la luz todo el material cinematográfico. A pesar de las complicaciones, adoraba todo lo que se podía hacer con ella. “Cuando no tenía nada que hacer yo prendía “la truca” y jugaba con los relojes para saber qué hacía cada uno”.


El conocimiento que obtuvo como cortadora de negativo en las diferentes productoras la ayudó a desenvolverse como operadora, su labor consistía en recrear efectos especiales, agregar figuras, formas y objetos al fotograma, incluir los títulos, aplicar los zoom y disolvencias entre otros efectos que requiriera la película.


“La truca” también servía para revelar, realizar copias de películas, y cambiar los tamaños de la cinta porque tenía 3 ventanillas para cintas magnéticas de 16mm, Súper 16mm y 35mm. La cineasta comenta que muchos directores filmaban sus películas en 16mm por ser más económico y luego las copiaban en 35mm para exhibirlas.


Aparte de las películas, Futuro Films realizaba comerciales para la televisión, lo que Guerra consideraba más complicado porque requería de una inmensa lista de efectos especiales. “Se hacían muchísimos comerciales y (tenía) muchos retos con ellos”.


Glenis Guerra participó en la realización de efectos especiales de “Juegos bajo la luna” (2000) de Mauricio Walerstein, allí le tocó colocar una luna en una escena romántica utilizando la técnica de sobreimpresión, la operadora guardaba de cada proyecto, lunas, nubes, o cualquier imagen que le pudiera servir para hacer un montaje en sobreimpresión.


La época del celuloide de las cintas magnéticas en el cine comienza a desaparecer con la llegada de la era digital, esto fue motivo de mucha preocupación para nuestra protagonista, quien pasó muchos años de su vida aprendiendo de una tecnológica que cada día perdía más y más vigencia.


“Cuando me di cuenta que el celuloide estaba a punto de morir, de desaparecer, me dije que mi tiempo en el cine está contado, porque al desaparecer el celuloide, Futuro Films dejó de existir y me quedé desempleada”.


El amor que siente Glenis Guerra por el cine sigue vivo y latente, en la actualidad trabaja en la recuperación de más de 1.000 cintas de películas que forman parte del archivo fílmico de la Fundación Cinemateca Nacional de Venezuela. “Me siento muy contenta porque conseguí empleo, no con el digital sino con mis celuloides”.


La truca está actualmente en un museo de la Universidad de los Andes (ULA), Mérida. “Tú vieras esa máquina, dices ¡Pero que belleza! Yo decía que cuando me fuese de Futuro Films me la iba a llevar para mi casa, ¡Era mía! Por supuesto me iba ocupar un cuarto, es mejor que esté en la ULA”.






Tomado de: “La truca”, el celuloide y el amor por el cine de Glenis Guerra

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