Durante los días posteriores a la Navidad y Nochebuena, feligreses de la región andina celebran la tradición más emblemática de los estados Táchira, Trujillo y Mérida, una creativa ceremonia que combina música, danzas y platos tradicionales para exaltar la “parada” del pequeño Jesús.
Texto: Ciudad Caracas
Se trata de la Paradura del Niño, ritual simbólico propio de Los Andes venezolanos, en el que sus fieles trasladan la figura del santo al pesebre donde es puesto de pie, con el fin de adorarle y rezarle en agradecimiento a las bendiciones recibidas.
El ritual es acompañado por instrumentos de cuerda y coplas que veneran el poder de su santidad, entonadas a dos voces por músicos, rezanderos o los anfitriones del encuentro en caso de conmemorarse en familia o en comunidad.
La tradición apunta a que el devoto que presta su hogar para preservar la costumbre, debe designar a dos padrinos que acompañarán al niño durante el recurrido que emprende devuelta a su lugar de nacimiento. Si el niño ha sido “robado” los padrinos deberán buscarlo con velas encendidas, cánticos y alabanzas hasta el sitio donde se encuentre.
La paradura, venerada del 25 de diciembre al 2 del febrero, es secundada con pequeñas ceremonias que derivan de este acto en específico y pertenecen a las maneras de rendir tributo y pagar promesas al Santo Niño.
La alabanza
Culminado el rosario inicial, el Niño Dios es presentado ante cada devoto con el fin de que este le profese su creencia y fidelidad. Con un beso al pequeño, los católicos deben sellar su muestra de amor y fe, para luego llevarlo hasta el pesebre donde es parado.
El brindis
Al culminar el recorrido, los anfitriones de la ceremonia ofrecen a los invitados platos típicos de la región y de las fechas. Usualmente, se preparan los alimentos que engalanan el plato navideño, tales como la hallaca, el pan del jamón y la ensalada de gallina. El plato también viene acompañado de tradicionales dulces criollos, como el dulce de lechosa y el quesillo.
Un encuentro religioso
Con el transcurso de los años, la Paradura del Niño consiguió traspolarse de Los Andes venezolanos hacia otras regiones del país, logrando que la tradición se mezcle entre aquellas celebraciones pertenecientes a los otros estados.
Historiadores señalan, que el fenómeno se debe a la frecuente emigración andina hacia otros espacios geográficos de Venezuela, quienes la adoptaron con regocijo y respeto.
Muchas iglesias católicas de Mérida, Táchira, Trujillo y algunas partes de Barinas, esperan los 2 de febrero para festejar la “Paradura” en grande, conjuntamente con los cientos de devotos de la virgen de la Candelaria.
Una tradición con muchos siglos
La primera representación del nacimiento de Jesús la hizo San Francisco de Asís en el año 1223, en Italia, cuando improvisó un pesebre viviente con pastores, jóvenes y adultos de la provincia de Greccio, según relatan antiguos historiadores, desconociendo que aquel acto simbólico se convertiría en una tradición en todo el mundo cristiano.
En cuanto a Los Andes venezolanos, no se conoce la fecha de la celebración de la primera paradura, sin embargo algunas fuentes señalan que su origen remonta hacia el periodo colonial.
Con seguridad, la tradición data de muchos siglos y se ha conservado debido a la transmisión oral de generación en generación, teniendo mayor fuerza en la región andina.
Un niño entre los maestros
Por otra parte, la historia señala que el festejo alude al Evangelio de Lucas: 2,41-52, donde se trasmite el mensaje bíblico acerca de la infancia de Cristo, el niño perdido y hallado en el templo. Cultores nacionales indican que con esta ceremonia se “ratifica la idea de la reincorporación permanente del niño Dios, tanto al ceno familiar como a la comunidad”.
El Evangelio de Lucas, narra la historia de Jesús y su peregrinaje a Jerusalén para celebrar la fiesta de la pascua juntos a sus padres. Al acabar el festejo, Jesús desaparece y se reúne en el templo con maestros religiosos, a quienes escucha y aprovecha para discutir las doctrinas de la ley.
Al encontrarlo, María le expresó la preocupación que le había causado a ella y a José, a lo que Jesús respondió, “¿Por qué me buscábais? ¿No sabíais que debía estar en las cosas de mi Padre?”.
La fe por el niño se entona en Los Andes
Los versos entonados durante la celebración de la Paradura del Niño, reflejan la ciega fidelidad de los devotos, frente al acto de veneración religiosa. Usualmente, son interpretados por músicos o fieles que, deseando expresar sonoramente su fe, cantan composiciones durante la profesión católica. Una de las composiciones más populares reza:
Dulce Jesús mío,
Mi niño adorado,
Ven a nuestras almas,
Ven no tardes tanto.
I
Adorar a Dios en primer lugar
y después al niño
que hoy se va a parar.
II
Hínquense padrinos,
Hínquense en el suelo,
que hoy se va adorar
al rey de los cielos.
III
Enciendan las velas
para que haya luz.
Vamos a adorar
al niño Jesús.
IV
Levanten padrinos,
vamos para afuera,
vamos a pasear,
Dios de cielo y tierra.
V
Miren al niñito
como va paseando,
San José y la Virgen
lo están aguardando.
VI
Hoy con tantas flores
los campos se alegran
(…)
Tomado de: Veneración en la región Andina
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