
Texto: Prensa FMN
El catálogo contiene toda la experiencia del proceso creativo, bastante particular, que permitió mostrar en la sala seis del MAC Armando Reverón estas enormes estructuras figurativas, concebidas a partir de huesos de animales como chivos, vacas, caballos y burros (fémures, cráneos, quijadas y costillas) recolectados en vertederos y fincas, material que cobra las dimensiones humanas de piernas, brazos, torsos y cabezas junto a una maleta que anuncia el viaje sin retorno.
Agregó Azuaje que se trata de una publicación: “muy diversa porque recoge una experiencia diferente, con contenidos acerca de la obra en el espacio, fotografías de la inauguración y de las visitas; es para conocer el proceso artístico desde la concepción hasta la puesta en escena” una oportunidad para conocer cómo fue la experiencia para él y para el público que interactuó con la obra.
Finalmente agradece especialmente a Luis Velázquez, curador de la muestra, a Alí González, investigador y artista plástico quien escribió hermosas palabras que quedan plasmadas en esta publicación artística, a Juan García, quien tomó parte en el diseño y a Reanto Docenlli fotógrafo.
La exhibición, inmersa en una particular estética, invita a apreciar esculturas de gran y mediano formato relacionadas con el universo figurativo que vinculan de alguna manera la muerte y las formas orgánicas que de ella pueden surgir.
Un discurso plástico inspirado en el texto bíblico de Ezequiel, en el que se narra cómo el Señor llevó a este personaje de las Sagradas Escrituras a un valle pleno de huesos secos y le indicó que profetizara sobre ellos. Dios daba entonces aliento de vida a las estructuras óseas.
Aquí las imágenes de un sujeto fragmentado, bajo el signo de la osamenta, son una metáfora de la imposibilidad de salvación frente al mal; el memento mori como representación del inevitable final de todas las cosas terrenales”. En este proyecto Azuaje prueba una eficiencia estética y discursiva impregnada del carácter polisémico y polimorfo del arte contemporáneo para aproximarse a una poética personal de la muerte.
La invitación es al bautizo del catálogo y clausura de la muestra que a juicio de su curador cristalizó en “una investigación compleja, inteligente y profunda en la que el cuerpo es objeto y referencia del discurso visual, pero al mismo tiempo símbolo de la violencia, de la destrucción, de la muerte.
Tomado de: Con el bautizo de su catálogo, se despide Sin cordero de Dios

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