viernes, 1 de junio de 2018

El arte en movimiento de Jesús Soto

De todas las palabras que intentan definir la innovación plástica del gran Jesús Soto se rescatan aquellas que interpretan su desafío óptico como una experiencia en la que la obra y el espectador “forman parte de un todo, y juntos, concretan el hecho de la percepción cinética y la estética del movimiento”.


Texto: Ciudad Caracas


Muchas son las descripciones que hoy reciben la fusión de luz, espacio, energía y movimiento que el escultor empleó a lo largo de su colección artística. Sin embargo, todas ellas reconocen su propuesta como una de las primeras representaciones del arte cinético y óptico en la plástica mundial.


El aclamado movimiento real o aparente de las líneas de su trabajo, nace de los fenómenos luminosos que el artista percibió durante su infancia en el gran caudal del río Orinoco, vecino de su natal Ciudad Bolívar, donde experimentó sus primeros acercamientos con el arte y, al mismo tiempo, arrancó los primeros acordes de su guitarra, como un niño que además de artista se descubría músico.


Al lugar que lo vio criarse en el seno de una familia humilde dedicó gran parte de su obra plástica, en la cual refleja su pasión por el agua y la naturaleza. Soto, el artista, encontró vibraciones capaces de crear movimientos desde la óptica, a partir de la relación que se produce entre la escultura y quien la mira, desde la ilusión que proporciona el empleo de las formas geométricas y los colores.


“Deseo que la gente encuentre una nueva manera de ver la obra de arte en el espacio, ver el espacio como una obra de arte. Desde hace años me han interesado los volúmenes virtuales, que ahora están tan de moda, que yo entiendo como una cosa que no existe y da la sensación de existir” expresó el creador.


Fueron esas aspiraciones las que lo animaron a a concebir una galería de arte moderno que promoviese la cultura en su natal Bolívar. Bautizada con su nombre, el Museo de Arte Moderno Jesús Soto se inauguró el 27 de agosto del año 1973 exhibiendo 700 obras de su fundador y 130 de artistas internacionales.


“Compro obras, las intercambio, me la dan los amigos pintores. Quiero incluir todo lo que considero nuevo en el arte moderno en este museo. Eso sería una ayuda para los jóvenes” comentó el artista.


En vida, se preocupó por darle a las nuevas generaciones referencias visuales de arte moderno y contemporáneo a las corrientes artísticas del siglo XX.


Sus piezas comenzaron a trascender de los murales de galerías mundiales a las calles de Caracas, donde involucra su arte con espacios públicos, como el Complejo Cultural Teresa Carreño, la Torre Capriles, la Torre Banaven, la estación Chacaíto del Metro de Caracas, en el edificio sede del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, y su magistral “Esfera Caracas” en la autopista Francisco Fajardo.


Gran esfera de Caracas


Ubicada en la Autopista Francisco Fajardo, la Gran Esfera de Caracas corresponde a una de las esculturas más icónicas de la ciudad.

Diariamente, son cientos los venezolanos que posan frente a esta magistral obra diseñada por Jesús Soto en el año 1996 bajo el patrocinio del plan “Un cariño para mi ciudad” impulsado por el expresidente Rafael Caldera.


La reconocida estructura de 13 metros de altura está conformada por “1.800 varillas de aluminio, que representa una repetición de líneas que puede ser completada bajo la subjetividad de quien la observa”.


Por la noche, la obra se transforma en una fuente lumínica que consigue aumentar su atractivo.




Tomado de: El arte en movimiento de Jesús Soto

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