miércoles, 22 de marzo de 2017

Sigue la guerra contra panadería La Minka


“No estamos de acuerdo en que hayan puesto a un grupo de colectivos con un aspecto demasiado feo”, es el argumento con el que salió a protestar a la avenida Baralt una vecina opositora a la ocupación de la antigua panadería Mansión Bakery’s, hoy panadería comunitaria La Minka.


Texto: La Cultura Nuestra (Katherine Castrillo) / Fotos: La Minka


Antes de que comenzaran las guarimbas el martes 21 de marzo contra este local tomado por el movimiento popular varias cosas se habían juntado: medios privados sacaron notas sobre la participación del vocero José Solórzano en la acción en la que un grupo de personas derrumbó la estatua de Cristóbal Colón el 12 de octubre del año 2004; se hicieron circular rumores sobre el despido injusto de los antiguos trabajadores; las personas acostumbradas a las largas colas para conseguir un par de panes manifestaron su molestia de que cambiara el sistema de distribución, aunque apenas habían pasado tres días de la ocupación; y cierta matriz recorría la zona: unos “colectivos” malandros y chavistas que no saben hacer pan son ahora los que están metidos en el lugar. Ya las amenazas circulaban: un grupo de personas iba a trancar la calle en cualquier momento para que se le devolviera la panadería al dueño anterior, aunque se comprobó que este incurrió en especulación, acaparamiento y altos niveles de insalubridad del local (gusanos y agua estancada en la máquina de café, panes con jamón verde, por ejemplo).


 


Al ocupar la panadería se encontraron gusanos en la máquina de café


¿Qué es mentira y qué es verdad?


Alexis Alsorú es uno de los trabajadores que estaba anteriormente en la panadería Mansión Bakery. Él, junto a otras de sus compañeras, decidió mantenerse en el proyecto de ocupación cuando se realizó una asamblea y se explicó lo que estaba pasando. El resto de los trabajadores decidió abandonar el barco: “En ningún momento me han tratado mal, me he sentido bien, hay motivación, hay mejores beneficios. He notado que se está poniendo empeño, corazón, para que las comunidades puedan obtener sus panes. Me consta que sí se está trabajando, que no se ha parado la producción, incluso se está generando más cantidad de panes canillas. En cuanto a la higiene he visto mejoría, los baños están más limpios, el local está más aseado en todas sus áreas, y hasta se pintaron paredes”.


Alexis explica que ahora mismo la panadería está en medio de un proceso de cambio para mejorar la situación para la comunidad, y en especial para los trabajadores que habían sido víctimas de la vulneración de sus derechos laborales: “En cuanto al proyecto ya yo me siento que estoy formando parte de él. Yo antes era de la barra, ahora estoy en el área de charcutería porque tenía cierto conocimiento, aparte me gustaría aprender otras cosas, como hornear, hacer dulces, panes, y sí podré hacerlo porque ellos me han dicho ya que tendremos la oportunidad de aprender un poquito aquí y un poquito allá, no me quedaré con un solo conocimiento, sino que aprenderé más”.


No se ha dejado de producir, asegura. Basta pararse en la puerta a partir de las diez de la mañana. De la cocina salen panes para llenar sacos enteros que van a retirar voceros de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).


“Hay una nueva modalidad que estamos creando, ya no se trata de venta de manera comercial, sino de la distribución del pan a través de las organizaciones de carácter local de nuestra comunidad. Nuestra metodología es el punto y círculo”, explica José Solórzano. Atienden a seis CLAP alrededor de la panadería y cuatro más de las adyacencias, todos pertenecen a la parroquia Altagracia. Para cada uno se entrega un aproximado de cuatrocientos y quinientos panes diarios, dependiendo de su capacidad demográfica, de sus censos. A su vez los CLAP distribuyen en las distintas poligonales de cada sector con autonomía en la forma de entrega, dependiendo de cada realidad se genera un método, algunos lo hacen un día en una poligonal y otro día en otra, esto quiere decir que a algunas familias les llega el pan lunes, miércoles y viernes, y a otras martes, jueves y sábado; hay otros cuya población es menor, así que tratan de hacerlo equitativamente, dependiendo si hay familias más o menos numerosas. En total diariamente salen hacia las comunidades cuatro mil panes para abastecer a unas mil quinientas familias, se dan de dos a tres canillas por familia, y son panes más grandes.


Antes no se producían más de 1500 panes diarios, información que corroboran los empleados anteriores, y ahora se elaboran -desde el primer día- alrededor de 6500, de ese total 4500 van para los CLAP y el resto se dirige al Gobierno de Distrito Capital (GDC) y Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información (Minci), porque estas instancias ya estaban dentro de la poligonal y porque además ya la panadería, antes de la ocupación, tenía esos convenios. GDC va a proveer la materia prima de esta panadería en dado caso de que los proveedores privados se nieguen a trabajar con ellos.


Esto significa que se sigue vendiendo pan en la comunidad, pero ya no bajo la creación de largas filas, sino con la entrega directa de parte de las formas locales de organización. Para Solórzano es legítima la duda que tiene la gente que solía ir a la panadería porque estas formas de gestión son nuevas, y porque de hecho aún se están calibrando y tratando de mejorar la distribución del pan.


No se ha vendido directamente desde la panadería al público general porque explican que con esta panadería se abre un modelo de distribución comunal. Sin embargo, para la compra directa tienen otros tipos de panes: dulces, de chocolate, de auyama, este último reduce a un 40% la utilización de harina de trigo. Y también se siguen vendiendo los mismos productos en la charcutería, incluso chucherías.


 


SE SIGUE VENDIENDO: los usuarios pueden conseguir los mismos productos


Desmontar rumores


Minoty Torres es una de las participantes de esta toma. Es una joven que forma parte del proyecto cultural Comunidades al Mando desde donde se ha trabajado con alimentos en base a la harina de trigo: “No somos ajenos al trabajo del pan, tampoco caímos en paracaídas, sabemos lo que hacemos. Aprendimos a hacer pan hace mucho tiempo, a distribuirlo a las comunidades. Este trabajo acá no es para lucrarnos, es porque creemos que todo el excedente que se genere va para el trabajo social”. Para Minoty la distribución del pan debe ser justa, de calidad y accesible.


La gente llega a la panadería, pregunta por el pan y les responden que si son de la parroquia Altagracia deben ponerse en contacto con la persona responsable del CLAP en su comunidad, algunos agradecen, otros se molestan. Para Minoty esto pasa porque el CLAP exige organización: “Eso evita el individualismo de que se haga cola para conseguir con suerte un pan e irse a la casa aunque el resto de la gente no tenga acceso. El CLAP te hace conocer tu entorno, contabilizar sus habitantes, saber la situación de cada persona, de cada familia. Esto tiene que sensibilizarnos, porque desde el inicio de la guerra económica se han generado en algunas personas relaciones muy egoístas”.


La Minka –el señalado colectivo de “malandros”- es una organización cultural conocida en su comunidad porque desde hace cinco años y medio ocuparon un espacio abandonado para activar un centro cultural que se autogestiona desde entonces y nunca ha cerrado sus puertas. Desde ahí ofrecen variedad de talleres formativos artísticos y culturales a niñas y niños, tiene una dinámica productiva a través de la elaboración y venta de pan, área textil, huertos familiares, y todo un proyecto integral comunitario que tributa al desarrollo de la comunidad.


Para José Solórzano hay una clara intención de saboteo de grupos ligados a la oposición (partidos Primero Justicia y Voluntad Popular), señalados de promover la guarimba contra la panadería, que además está ubicada muy cerca de Miraflores: “Nos juzga la clase media que siempre nos ha subestimado. Creen que no somos capaces de producir y solo en los primeros tres días de la toma de esta panadería hicimos más de 6000 panes diarios. Creen que descalificándonos nos van a minorizar, más bien nos fortalecen, porque la gente sabe de nuestro trabajo. Que digan que soy un tumba estatuas, para mí no es peyorativo, nosotros en un momento histórico de esta Revolución sí tumbamos la estatua de Cristóbal Colón, el símbolo del coloniaje, y ahorita en este otro momento seguimos siendo un movimiento social de decolonización cultural. Así como tumbamos a Colón seguimos trabajando para tumbar todos los símbolos que representan el capitalismo y el coloniaje”.


Las amenazas, las manifestaciones contra un espacio recuperado por un grupo cultural de jóvenes, tienen menos que ver con el pan y más con la intervención a la propiedad privada, con la posibilidad de que este no sea un caso aislado sino que se extienda al resto de las panaderías, la mayoría en las mismas condiciones de contaminación y especulación.


Lo que dan las cuentas: tan cerca del palacio de gobierno, varias cabezas buscan pescar en río revuelto. Por ahora las vocerías comunales dicen: “Aquí se está creando revolución y poder comunal”.


Sacos de harina acaparada arrumada por la anterior administración


La Minka realizó operativo de limpieza: consiguió depósitos de basura


La Minka realizó operativo de limpieza: consiguió depósitos de basura


La Minka realizó operativo de limpieza: consiguió depósitos de basura


SE SIGUE VENDIENDO: los usuarios pueden conseguir los mismos productos


No solo se recuperó la panadería, también se pintaron murales en paredes cercanas


Distribución de pan a voceras de CLAP, parroquia Altagracia






Tomado de: Sigue la guerra contra panadería La Minka

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